Chrysler Building: un legado de elegancia en Nueva York
- fussionvipmagazine
- 29 sept
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Por Ysabel Parra
El Chrysler Building, ubicado en el corazón de Manhattan, es uno de los íconos más emblemáticos del art déco y de la arquitectura neoyorquina. Inaugurado en 1930 y diseñado por William Van Alen, fue brevemente el edificio más alto del mundo, alcanzando los 319 metros gracias a una aguja instalada en secreto. Su estilo audaz y ornamentación metálica, inspirada en la industria automotriz, lo convierten en una obra maestra de la era moderna
En medio del bullicioso corazón de Manhattan, donde los rascacielos compiten por un lugar en el horizonte, uno se alza con una distinción que va más allá de su altura: el edificio Chrysler. No es solo acero, concreto y vidrio. Es historia, es arte, es el suspiro elegante de una ciudad que nunca duerme.

Inaugurado en 1930, este ícono del art déco no tardó en hacer historia: durante once gloriosos meses, fue el edificio más alto del mundo, coronando los cielos de Nueva York con su inconfundible aguja de acero inoxidable. Aunque pronto fue superado por el Empire State Building, su silueta continúa siendo una de las más admiradas y fotografiadas del planeta.
Diseñado por el arquitecto William Van Alen, el Chrysler no solo rompió récords, sino que desafió las convenciones arquitectónicas de su tiempo. Su corona metálica, formada por una serie de arcos radiantes y remates triangulares, parece capturar la energía vibrante de la ciudad. Las esculturas decorativas que lo adornan, inspiradas en los tapacubos de los automóviles Chrysler, rinden homenaje a la industria automotriz que le dio nombre.
La construcción comenzó en 1928, financiada por el industrial Walter P. Chrysler, fundador de Chrysler Corporation. Más que una sede corporativa, el empresario concibió el edificio como un legado personal para sus hijos y como símbolo del poder industrial estadounidense. Su ambición era clara: construir el rascacielos más alto del planeta. Y lo logró. En mayo de 1930, al coronarse con una espiral de acero inoxidable instalada en secreto, el edificio alcanzó los 319 metros (1,046 pies), superando al Bank of Manhattan Trust Building en una carrera silenciosa por el cielo de Nueva York.
Pero más allá de sus cifras y reconocimientos, el Chrysler tiene alma. Es el reflejo de una época en la que Nueva York se atrevía a soñar en vertical, cuando la arquitectura era una declaración de intenciones. Su diseño audaz, que combina formas geométricas, ornamentación metálica y un espíritu modernista, simboliza el auge de la arquitectura neoyorquina en los años posteriores a la Primera Guerra Mundial.
Hoy, casi un siglo después de su construcción, el edificio Chrysler sigue siendo un símbolo de innovación y elegancia. Un hito arquitectónico que, con su resplandor metálico y su historia de rivalidad y gloria, continúa enamorando a neoyorquinos y visitantes por igual. En una ciudad en perpetuo cambio, el edificio Chrysler permanece. No por terquedad, sino por mérito propio. Hay estructuras que nacen de planos, y otras que se erigen desde la visión. Este rascacielos, sin duda, pertenece a esa última categoría.
El vestíbulo del Chrysler Building está abierto al público durante el horario laboral, aproximadamente de lunes a viernes, entre las 8:00 y las 18:00 horas. La entrada es gratuita.
📍 Dirección: 405 Lexington Avenue, entre las calles 42 y 43.
🚇 ¿Cómo llegar? La forma más cómoda es bajarse en Grand Central – 42nd St (líneas 4, 5, 6, 7 y S). Desde allí, una de las salidas te lleva directamente al vestíbulo del Chrysler Building, sin necesidad de pisar la acera.



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