La Última Boda, una ceremonia escénica que desafía el amor tradicional
- fussionvipmagazine
- 3 oct
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En la Sala Máximo Avilés Blonda del Palacio de Bellas Artes se estrenó La Última Boda, una obra de danza contemporánea creada por Rafael Morla y presentada en el marco del 20.º aniversario del Festival Edanco. Dirigida por Edmundo Poy e interpretada por la Compañía Nacional de Danza Contemporánea, la pieza ofreció una crítica simbólica al matrimonio tradicional y las normas heteronormativas
La Sala Máximo Avilés Blonda del Palacio de Bellas Artes fue testigo de un acontecimiento escénico inolvidable: el estreno de La última boda, una obra de danza contemporánea creada por Rafael Morla y presentada en el marco del Festival Edanco, en su edición especial por los 20 años del evento.
Dirigida por Edmundo Poy e interpretada por los talentosos bailarines de la Compañía Nacional de Danza Contemporánea, la pieza se alzó como una propuesta artística de gran potencia conceptual y escénica. Durante una hora, el escenario se transformó en un espacio ritual cargado de simbolismo, donde el cuerpo fue el vehículo de una profunda reflexión sobre los modelos de amor, las convenciones sociales y la institucionalización de los vínculos afectivos.

Morla, quien fuera bailarín fundador de la Compañía, construyó una coreografía que se movió entre lo ceremonial y lo irreverente. La última boda no solo puso en tela de juicio el aparato matrimonial tradicional, sino que denunció con claridad la doble moral y el mandato heteronormativo-patriarcal que, aún hoy, define muchas formas de relación.
Con vestuarios provocadores, maquillajes dramáticos y una expresividad corporal que bordeó lo performático, los intérpretes dieron vida a una ceremonia alternativa, una especie de antítesis nupcial del siglo XXI. No hubo en esta obra complacencia ni adornos gratuitos: cada gesto, cada movimiento, cada palabra dicha desde el cuerpo tuvo una carga simbólica y crítica.

La música original de José Andrés Molina aportó una atmósfera sonora envolvente, perfectamente integrada con la dramaturgia. La pieza no se limitó a la danza: incorporó textos escritos por el propio Morla, los cuales fueron encarnados por los bailarines con un nivel de entrega que desdibujó las fronteras entre el teatro, la danza y la performance. Esta fusión generó momentos de gran intensidad emocional, provocando reacciones viscerales en el público.
El nivel técnico de la Compañía Nacional de Danza Contemporánea fue, como ya es costumbre, impecable. Cada intérprete mostró no solo una destreza física sobresaliente, sino también una capacidad interpretativa que sostuvo la tensión narrativa de principio a fin. El público respondió con entusiasmo y ovacionó la obra de pie, reconociendo el impacto de una propuesta tan arriesgada como necesaria.



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